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EL_universo_DE_alexia

Día 1: Barcelona - San Francisco

Encarar un viaje como este tras la construcción de un piso y la preparación de una boda, no es tarea sencilla. Sin embargo, le dediqué el tiempo mínimo que se merecía, aunque sin duda hubiese necesitado mucho más.

Tras haber construído un itinerario substrayendo lo más esencial de la costa oeste a través de foros e internet, y creando una guía básica pero suficiente, estábamos listos para la aventura.

Tras preparar dos grandes maletas con lo mínimo posible, advertidos de antemano de la gran oportunidad que suponen aquí los outlets, salimos de casa a las 6:45 cin todas las ganas del mundo.

Tras dejarnos mi hermana en el aeropuerto comenzó la odisea. Salimos de barcelona y aterrizamos en atlanta 7500 km y 9 horas más tarde, sin embargo debíamos descontar 6 horas al reloj, es decir, mientras para nuestro cuerpo eran las siete de la tarde, nuestro reloj marcaba la una del mediodía. Primer consejo, al bajar de un avión en usa armaos de paciencia y dejad margen entre vuelo y vuelo, y no vayáis a mear! Hay que pasar el control de inmigración y aquí es donde usa se convierte en un país tercermundista. 10 agentes que te interrogan para 500 pasajeros... Y nuestro avion hacia San Francisco salía en Una hora aproximadamente, teníamos que pasar el control, recoger maletas, pasar un control de equipajes y embarcar. La empresa era complicada, pero tras infinutos nervios conseguimos llegar.

Corrimos por todo el aeropuerto, dicho sea de paso es bastísimo. Conseguimos entrar como en las películas, en el último suspiro. Por el camino quedó un compatriota que tuvo dificultades añadidas, y nuestras maletas, que se las dejamos a una trabajadora del aeropuerto, que sepultada entre maletas transmitía poca confianza. Y por fin, nuevamente a volar.

3500 km y 4,5 horas después llegábamos por fin a la mítica y liberal San Francisco. Dos horas menos para el reloj, así que mientras para este eran las seis de la tarde, mi cuerpo me decía que eran las tres de la madrugada. Al bajar 1a sorpresa, nuestras maletas no estában. Tras preguntar en Delta (por cierto, aviones lujosos y trato excelente a bordo), nos confirmaban que nuestras maletas venían en otro vuelo. Así que sin obcecarnos y tras recibir un obsequio, nos fuimos ligeros de equipaje a buscar nuestro hotel.

Sólo hay dos formas de llegar al hotel: en taxi o en lanzadera, y lo de lanzadera es literal, porque apenas rozan el asfalto. Hay muchas compañías que se dedican a esto, y por 17 dólares te llevan en furgonetas de 9 plazas hasta la puerta de tu hotel. Está muy bien este servicio.

Observar y circular por esas infinitas y empinadas calles que tantas veces hemos visto en películas, no tiene precio. Tras dejar a todos los demás turistas, llegamos al hotel Kabuki, en medio de Japantown. Un hotel de estilo japonés, dirigido por japoneses y en un barrio japonés, hasta ahí todo genial. Y la habitación magnífica. Sin embargo salir a cenar fue más complicado. Si no te gusta la comida japonesa estás perdido. Tras ver que todo era comida de ese tipo, y congelados por el frío que hacía (y nosotros en manga corta), decidimos comprar algo en un super y cenar en la habitación, y cual fue nuestra sorpresa al descubrir que también el super era de comida japonesaaa.

Al sali del super y ya frustrados y asumiendo que esa noche no cenábamos, agudicé mi vista de águila y divisé a mucha distancia un burguer king. Yo, que tengo acciones del macdonald's iba a ir por primera vez en mi vida a un burguer king, y encima me sentía como si fuese a cenar al bulli...

La hamburguesa buen, aunque donde se ponga un big mac que se quite un whooper. La bebida te la sirves tú.

Y poco más que añadir, pronto nos fuimos a dormir porque el día siguiente se presentaba duro.

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