Sacrificándome...
Muchas veces en la vida hablamos de sacrificio, en ambos sentidos de la palabra, sin embargo, no confundamos dichos sentidos. Todos en la vida nos hemos sacrificado refiriéndonos al aspecto de reponernos, de superar una situación personal. Nos hemos sacrificado para dejar atrás aquello que estábamos obligados a perder, también aquello que perdemos sin querer y que tenemos la necesidad vital de superar, Nos sacrificamos por conseguir más cosas, por ser mejores, por dormir cuando no debemos dormir aunque nos apetezca…
A la vez, sacrificamos viajes, aventuras, palabras que debimos decir y no dijimos. Es decir, sacrificamos momentos que o bien no supimos darle la importancia que tenían, o simplemente no debieron ser.
Cada vez, la gente joven es menos sacrificada, no hipotecan tiempo en edificar cosas, incluida su propia persona. Pero cada vez se deben sacrificar más para superar depresiones y darle un sentido a su propia existencia.Es la enfermedad más demoledora de la nueva era.
En el otro extremo, encontramos gente que sacrifica su felicidad del momento por una felicidad eterna que nunca llega.
En ocasiones no deberíamos sacrificarnos tanto, y en otras deberíamos sacrificarnos más.
El sacrificio se torna bello en pos de unos resultados esperados y elaborados, que cobran sentido gracias al propio sacrificio. Dicen que la felicidad no existiría en el mundo si no hubiese tristeza y momentos de dolor, no tendría sentido.
Yo he sacrificado y me he sacrificado por muchas cosas en mi vida, he sacrificado momentos, lugares, sentimientos…Y me he sacrificado por intentar ser mejor persona, por superar momentos de la vida que complicaron mi existencia (separaciones, enfermedades…).
Habrá gente con vidas mucho más sacrificadas que la mía, y habrá gente que no se habrá sacrificado en su vida. El sacrificio no es el camino fácil, pero sí es el que tiene más sentido.
Os dejo este tema del gran Elton John, Sacrifice. Disfrutadlo.
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