Día 15 - Los Ángeles III
Ayer vivimos un día plenamente californiano! Por la mañana fuimos a primera hora hacia Santa Bárbara. Vayas a la hora que vayas en L.A. encontrarás tráfico. Son 20 millones de habitantes y hay 12 millones de coches, descomunal.
En Santa Bárbara dejamos el coche en un parking público, y dimos una vuelta por la zona.
Nada más entrar en el paseo marítimo la imagen del muelle impacta. El Santa Mónica Pier es un mundo de color, de arte, de vitalidad.
De lejos se divisaba el colorido de su noria, las atracciones, muchísima gente haciendo deporte a través del paseo marítimo... Y mucho sol. La verdad que era como estar en la serie esa de los polis que iban en bici por la costa.
Llegamos hasta el final del muelle observando cada detalle. Artistas de todo tipo, restaurantes de marisco y unas vistas privilegiadas de la playa de Santa Mónica, la mítica playa en la que Pamela Anderson nos hizo creer a más de uno que eso de ahogarse no era tan mala idea. Las casetas típicas de los socorristas, el bañador rojo, ese jeep amarillo...
Para ver mejor las vistas, y por vivir en primera persona la experiencia del parque de atracciones en el muelle, nos subimos a la noria. No es nada del otro mundo a nivel de vistas, pero te aporta por lo emblemático del lugar.
Teníamos hambre porque apenas habíamos desayunado, así que decidimos buscar un restaurante. De lejos divisé un cartel que rezaba: "cucina italiana", y el restaurante se llamaba Il Fornaio. He descubierto algo aquí en USA, si te ponen Italian Food (escrito en inglés), ese es un restaurante americano de comida rápida camuflado con la bandera de Italia. Si en cambio te lo pone en italiano, entra que te lo gozarás.
Comimos una ensalada Caprese con aceite de olivaaaaa!!! Rebeca unos canelones y yo una lasagna, todo casero y muy bueno.
Después de comer nos habíamos quedado sin dólares en efectivo para dar la obligada propina en los restaurantes y, aquí en Santa Mónica casualmente, casi todo funcionaba con cash.
Tras realizar unas gestiones en el banco que duraron más de lo esperado, pudimos sacar dinero y de paso compramos otra cinta para la camara de video (y ya van cinco).
Después quisimos ser totalmente Californianos y sentirnos parte de este lugar, así que decidimos alquilar una bicicleta (en concreto un tandem), y dimos un paseo de casi tres horas por la playa de Santa Mónica, Venice Beach y Marina del Rey.
Ir por ese paseo marítimo en bicicleta solamente tiene una palabra para definirlo: épico!
Hay un carril bici enorme, y durante todo el camino vas sorteando a otros ciclistas, gente corriendo, con patines, con monopatín...
A la derecha la enorme, extensa y mítica playa, a la izquierda del camino unos jardines en los cuales cada loco andaba con su tema: unos tomando el sol, otros de picnic, uno con su radio (al estilo peliculero), otro haciendo yoga, etc...
Tras los jardines y a lo largo de todo el recorrido, un paseo para vianantes repleto de tiendas de ropa, mercadillos, artistas, puestos de fruta y, el boom en la zona, tiendas de marihuana. Gente de todas las razas y culturas se congregaban a lo largo y ancho del paseo. Se respiraba vida.
Todo el paseo está lleno de parques con columpios, palmeras y flores de todos los colores. Toda la vegetación de California es importada de Hawaii, ya que California es un desierto y aquí no crece nada (lo mismo ocurre en Arizona o Nuevo México).
Durante el trayecto a lo largo de la playa nos encontramos una zona de skate, repleto de gente practicándolo dentro y otros muchos observando desde fuera. Unos metros más adelante unas canchas de básquet al más puro estilo underground (Jose y Javi os hubiesen encantado). Justo al lado del básquet lo mismo pero con tennis. Y un poco más allá un gimnasio al aire libre, pero no un gimnasio de columpios no, un gimnasio de verdad. Incluso había una exhibición de culturismo.
Al final del paseo de Santa Mónica llegamos a Marina del Rey, un lugar idílico para vivir. Con mucho silencio, casas lujosas todas hechas de madera y al lado del mar.
A la vuelta pasamos por Venice Beach, o como ellos le llaman: el canal. Un barrio famosísimo por sus callejuelas colindantes y llenas de puentes. Protagonista en muchísimas películas. Y en sus calles hemos podido ver muchas persecuciones.
Antes de dejar la bici nos tomamos una especie de granizado de banana con zumo de naranja, buenísimo.
En los últimos metros tuve que darlo todo "a lo Contador" porque un niño de 10 años me quería ganar. Si es que ya no se respeta nada.
Antes de ir a dormir quisimos tener una vista nocturna de Los Ángeles desde el observatorio Griffith pero como casi todo aquí, cierra demasiado temprano. Hemos encontrado restaurantes que cierran a las nueve. Y cuándo cenamos?
Hoy San Diego...
En Santa Bárbara dejamos el coche en un parking público, y dimos una vuelta por la zona.
Nada más entrar en el paseo marítimo la imagen del muelle impacta. El Santa Mónica Pier es un mundo de color, de arte, de vitalidad.
De lejos se divisaba el colorido de su noria, las atracciones, muchísima gente haciendo deporte a través del paseo marítimo... Y mucho sol. La verdad que era como estar en la serie esa de los polis que iban en bici por la costa.
Llegamos hasta el final del muelle observando cada detalle. Artistas de todo tipo, restaurantes de marisco y unas vistas privilegiadas de la playa de Santa Mónica, la mítica playa en la que Pamela Anderson nos hizo creer a más de uno que eso de ahogarse no era tan mala idea. Las casetas típicas de los socorristas, el bañador rojo, ese jeep amarillo...
Para ver mejor las vistas, y por vivir en primera persona la experiencia del parque de atracciones en el muelle, nos subimos a la noria. No es nada del otro mundo a nivel de vistas, pero te aporta por lo emblemático del lugar.
Teníamos hambre porque apenas habíamos desayunado, así que decidimos buscar un restaurante. De lejos divisé un cartel que rezaba: "cucina italiana", y el restaurante se llamaba Il Fornaio. He descubierto algo aquí en USA, si te ponen Italian Food (escrito en inglés), ese es un restaurante americano de comida rápida camuflado con la bandera de Italia. Si en cambio te lo pone en italiano, entra que te lo gozarás.
Comimos una ensalada Caprese con aceite de olivaaaaa!!! Rebeca unos canelones y yo una lasagna, todo casero y muy bueno.
Después de comer nos habíamos quedado sin dólares en efectivo para dar la obligada propina en los restaurantes y, aquí en Santa Mónica casualmente, casi todo funcionaba con cash.
Tras realizar unas gestiones en el banco que duraron más de lo esperado, pudimos sacar dinero y de paso compramos otra cinta para la camara de video (y ya van cinco).
Después quisimos ser totalmente Californianos y sentirnos parte de este lugar, así que decidimos alquilar una bicicleta (en concreto un tandem), y dimos un paseo de casi tres horas por la playa de Santa Mónica, Venice Beach y Marina del Rey.
Ir por ese paseo marítimo en bicicleta solamente tiene una palabra para definirlo: épico!
Hay un carril bici enorme, y durante todo el camino vas sorteando a otros ciclistas, gente corriendo, con patines, con monopatín...
A la derecha la enorme, extensa y mítica playa, a la izquierda del camino unos jardines en los cuales cada loco andaba con su tema: unos tomando el sol, otros de picnic, uno con su radio (al estilo peliculero), otro haciendo yoga, etc...
Tras los jardines y a lo largo de todo el recorrido, un paseo para vianantes repleto de tiendas de ropa, mercadillos, artistas, puestos de fruta y, el boom en la zona, tiendas de marihuana. Gente de todas las razas y culturas se congregaban a lo largo y ancho del paseo. Se respiraba vida.
Todo el paseo está lleno de parques con columpios, palmeras y flores de todos los colores. Toda la vegetación de California es importada de Hawaii, ya que California es un desierto y aquí no crece nada (lo mismo ocurre en Arizona o Nuevo México).
Durante el trayecto a lo largo de la playa nos encontramos una zona de skate, repleto de gente practicándolo dentro y otros muchos observando desde fuera. Unos metros más adelante unas canchas de básquet al más puro estilo underground (Jose y Javi os hubiesen encantado). Justo al lado del básquet lo mismo pero con tennis. Y un poco más allá un gimnasio al aire libre, pero no un gimnasio de columpios no, un gimnasio de verdad. Incluso había una exhibición de culturismo.
Al final del paseo de Santa Mónica llegamos a Marina del Rey, un lugar idílico para vivir. Con mucho silencio, casas lujosas todas hechas de madera y al lado del mar.
A la vuelta pasamos por Venice Beach, o como ellos le llaman: el canal. Un barrio famosísimo por sus callejuelas colindantes y llenas de puentes. Protagonista en muchísimas películas. Y en sus calles hemos podido ver muchas persecuciones.
Antes de dejar la bici nos tomamos una especie de granizado de banana con zumo de naranja, buenísimo.
En los últimos metros tuve que darlo todo "a lo Contador" porque un niño de 10 años me quería ganar. Si es que ya no se respeta nada.
Antes de ir a dormir quisimos tener una vista nocturna de Los Ángeles desde el observatorio Griffith pero como casi todo aquí, cierra demasiado temprano. Hemos encontrado restaurantes que cierran a las nueve. Y cuándo cenamos?
Hoy San Diego...
0 comentarios